Zunga, autopercepción corporal y ciclo vital.

30.11.2024 02:21
Se dice que uno de los peores enemigos de las personas son ellas mismas. Somos nuestra peor pesadilla. ¿Porqué? Porque cuando crecemos absorbemos todo el veneno social que nos rodea de manera inconsciente. 
 
Una de los mandatos de género para los varones, y que al parecer es un elemento que todavía más duda hace sobre la propia identidad masculina, es que debemos tener un cuerpo de tipo Rocky, Hulk, o la Roca. 
 
Siendo y dada mi historia de hijo de exiliados, no tuve necesariamente esa presión de los medios, pero el patriarcado tiene suficiente acople en lo social, como para que, ahora con una autoconsciente mirada de la perspectiva de aquel niño (foto blanco y negra en Mozambique en playa llamada Chocas) puedo entender que constituye el punto de partida del cuerpo de niño. 
 
Por otra parte, al llegar a mi adolescencia en Suecia (sumado al hecho de tener un padre marinero y boxeador amateur peso welter) es que llegué a ser el chico deportista. No fue una presión social insostenible, pero si lo suficiente para hacerse parte de la expectativa social de ser “poseedor del cuerpo masculino” propiamente tal, o que al menos se asemeja a esa figura masculina que es socialmente deseable. 
 
Aunque en Suecia yo era inmigrante y moreno, claramente algo fuera de la figura masculina de lo vikingo, sin embargo, igualmente yo era empujado por mi entorno de no solo “parecerlo sino serlo”. 
 
Fui siempre muy bueno en el deporte, el típico niño con la mejor nota en educación física. Además, jugaba voleibol en la selección regional de Värmland (Suecia) y viajaba a campeonatos y campamentos de entrenamiento dos veces al año. Fue en esa época cuando ocurrió mi primer viaje a Chile (foto en Canelillo, en 1991), y yo tenía ese cuerpo en su etapa peak, en su máximo esplendor como se dice, y siempre usando zunga. 
 
No fueron menores los momentos que marcaron mi vivencia en Chile como soltero usando esta prenda de baño. Varios veranos (tipo 1999-2003) los pasé en Viña y Valparaíso, y especialmente las veces que me iba trotando desde el muelle Vergara hasta la playa de Viña (me hospedaba en casa de amigos en las cercanías) no fueron pocas las veces que desde los autos algunos varones me silbaron con ciertos improperios hoy considerados claramente homofóbicos, porque en ese tiempo en Chile la zunga marcaba una comunidad específica, (Comunidad gay) y como yo no estaba enterado de ello incluso me llegaban invitaciones gratis a discotecas del ambiente por estar en la playa en zunga.
 
Pasaron los años y ya radicado en Chile, la paternidad me convirtió en esos padres que se sincronizan con el embarazo de las mujeres y me volví gordito. Haciéndome consciente que para quienes pasamos los la barrera de los 40 la salud es un tema, y que ya comienzan a aparecer ciertos “achaques de viejo” asociados al peso, colesterol, etc. y por tanto esa “indestructibilidad de lo masculino” se va a la reverendas. Y esa vivencia coexiste con la mirada del propio hijo que justamente ve a su padre, yo, con justamente esa imagen de héroe indestructible que estaba dejando atrás.
Por ahora queda vivir ese cuerpo que se viene, vestido de zunga es seguro, pero me pregunto ¿Como será estar adolorido?, ¿Será una segunda juventud? De seguro con canas, pero el resto veremos. 
    Se dice que uno de los peores enemigos de las personas son ellas mismas. Somos nuestra peor pesadilla. ¿Porqué? Porque cuando crecemos absorbemos todo el veneno social que nos rodea de manera inconsciente. 
 
Una de los mandatos de género para los varones, y que al parecer es un elemento que todavía más duda hace sobre la propia identidad masculina, es que debemos tener un cuerpo de tipo Rocky, Hulk, o la Roca. 
 
Siendo y dada mi historia de hijo de exiliados, no tuve necesariamente esa presión de los medios, pero el patriarcado tiene suficiente acople en lo social, como para que, ahora con una autoconsciente mirada de la perspectiva de aquel niño (foto blanco y negra en Mozambique en playa llamada Chocas) puedo entender que constituye el punto de partida del cuerpo de niño. 
ZUNGUERO CHILENO: Yo en Mozambique en la Playa Chocas usando zunga.
 
 
Por otra parte, al llegar a mi adolescencia en Suecia (sumado al hecho de tener un padre marinero y boxeador amateur peso welter) es que llegué a ser el chico deportista. No fue una presión social insostenible, pero si lo suficiente para hacerse parte de la expectativa social de ser “poseedor del cuerpo masculino” propiamente tal, o que al menos se asemeja a esa figura masculina que es socialmente deseable. 
 
Aunque en Suecia yo era inmigrante y moreno, claramente algo fuera de la figura masculina de lo vikingo, sin embargo, igualmente yo era empujado por mi entorno de no solo “parecerlo sino serlo”. 
 
Fui siempre muy bueno en el deporte, el típico niño con la mejor nota en educación física. Además, jugaba voleibol en la selección regional de Värmland (Suecia) y viajaba a campeonatos y campamentos de entrenamiento dos veces al año. Fue en esa época cuando ocurrió mi primer viaje a Chile (foto en Canelillo, en 1991), y yo tenía ese cuerpo en su etapa peak, en su máximo esplendor como se dice, y siempre usando zunga. 
ZUNGUERO CHILENO: Yo secando mi zunga toalla en la cintura el año 1991 en el Canelillo en Chile. A la izquierda de la foto el hijo de un amigo de mi padre que también usaba zunga.
 
 
No fueron menores los momentos que marcaron mi vivencia en Chile como soltero usando esta prenda de baño. Varios veranos (tipo 1999-2003) los pasé en Viña y Valparaíso, y especialmente las veces que me iba trotando desde el muelle Vergara hasta la playa de Viña (me hospedaba en casa de amigos en las cercanías) no fueron pocas las veces que desde los autos algunos varones me silbaron con ciertos improperios hoy considerados claramente homofóbicos, porque en ese tiempo en Chile la zunga marcaba una comunidad específica, (Comunidad gay) y como yo no estaba enterado de ello incluso me llegaban invitaciones gratis a discotecas del ambiente por estar en la playa en zunga.
 
Pasaron los años y ya radicado en Chile, la paternidad me convirtió en esos padres que se sincronizan con el embarazo de las mujeres y me volví gordito. Haciéndome consciente que para quienes pasamos los la barrera de los 40 la salud es un tema, y que ya comienzan a aparecer ciertos “achaques de viejo” asociados al peso, colesterol, etc. y por tanto esa “indestructibilidad de lo masculino” se va a la reverendas. Y esa vivencia coexiste con la mirada del propio hijo que justamente ve a su padre, yo, con justamente esa imagen de héroe indestructible que estaba dejando atrás.
ZUNGUERO CHILENO: Yo usando una zunga “tipo bóxer” en unas vacaciones mas recientes en Ecuador.
 
 
Por ahora queda vivir ese cuerpo que se viene, vestido de zunga es seguro, pero me pregunto ¿Como será estar adolorido?, ¿Será una segunda juventud? De seguro con canas, pero el resto veremos. 
 
 
 

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