Zungas y Covid-19: Identidad masculina entre lo público y lo privado.

    Esta vez fuimos de vacaciones al norte, La Serena específicamente, la playa principal, antes del Faro. Cruzábamos la calle todas las mañanas y disfrutábamos del mar y sol. Usualmente me tomaba fotos pero no sé porque esta vez me tomé pero no como en otras ocasiones, quizás porque quería privilegiar otro aspecto del tema. Lo emocional y quizás no arruinarlo sacándoles fotos a quienes andaban en zunga.

    En nuestra vida de vacaciones teníamos la rutina de llegar a la pieza del hotel a bañarnos con mi hijo y desprendernos de la prenda que acumulaba la arena, y nos quedábamos viendo como la arena era llevada por el agua de la ducha al desagüe. Es un momento de compartir con el hijo, y ahí queda colgada mirando cómo nos deshacemos de la sal de mar, y nos enjabonamos.

    Por otro lado, en las salidas a la playa principal y alrededores, incluyendo Totoralillo, me dio la sensación - por “los casos” observados - que se convierte lentamente en algo más aceptado. Vi tres parejas y dos hombres - presumo pareja - zungeando en las playas, y con menos inhibiciones y observaciones, o reparos por quienes no eran zungeros. Por lo menos, no observé reparos explícitos y acotaciones en la interacción que sí antes se notaba, y marcaba socialmente. Seguramente puede que siga ocurriendo pero quizás no con la misma intensidad o intencionalidad que antes.

    Ahora, en retrospectiva, el COVID-19 es parte de las dinámicas de lo externo e interno de la humanidad, porque los anteriores eventos nos había situado en los contextos de situaciones con eventos externos al cuerpo físico, el estallido social y los terremotos, pero hoy estamos ante un evento invisible e interno del cuerpo humano, masculino en específico, que nos vuelve plantear - de manera más explícita - múltiples ejemplos de cómo re-ordenamos nuestra sociedad ante un hecho que amenaza esa antigua forma de hacer las cosas. Entonces, ¿cómo queda la acción zungera en este contexto?

    ¿La zunga es algo público y/o privado? El tema es que está en el cuerpo, y está por tanto en el intersticio y por eso mismo se convierte, por varios motivos más, en un elemento interesante del cual colgarse para hablar de aspectos de la identidad masculina, independiente de su orientación sexual. Y si me pregunto si he seguido usando zunga en mi vida cotidiana, después de la playa, puedo que decir que sí pero esporádicamente ya que vivo en departamento. El contexto del COVID-19 y la zunga tiene algún elemento en común o donde se entrecruza uno con el otro. La idea de contagio por la proximidad de “ciertos” cuerpos extraños justamente es aquello que los une.

    El uso de la zunga en el espacio privado y/o publico desafía ciertos elementos culturales (la escena de dos hombres y la duda de su orientación sexual, y la ducha compartiendo con hijo como una potencial escena sexual) asociado a lo que devela todas las cargas culturales asociada al cuerpo (masculino) en que se usa y deviene - creo - en una excusa para conversar de otros temas menos la zunga. Vive una triste realidad nuestra querida zunga (presencia ignorada), pero creo que efectivamente, como muchos objetos culturales, actúa como trampolín para otros temas, como la identidad masculina. Y creo que también el COVID-19 ha cambiado o está cambiando el modo de zungear, porque - de partida - no se puede ir a la playa, pero sí se puede usar en casa. Y por tanto es esa prenda que transita entre lo privado y lo público, transita en el cuerpo entre el espacio que los varones no develamos, pero sí se está convirtiendo (en procesos de re significación cultural) en algo más aceptable aludir al cuerpo masculino - con la prenda de la zunga - sin que sea un aspecto negativo sino parte de un empoderamiento masculino en tiempos de incertidumbre".

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